El mundo esta loco loco loco

lunes, febrero 20, 2006

La diferencia entre la apología del delito y una caricatura

A propósito de la violencia antiextranjera en Medio Oriente por unas caricaturas de Muhammad (pésimamente traducido por Mahoma), se ha escuchado que “la libertad de expresión no da para todo” y que, en muchos países, no hay “libertad de prensa para defender los crímenes del nazismo”.
Me parece que éste es un razonamiento equivocado.
Porque una cosa es hacer apología de un delito ejecutado a una escala monstruosa y que costó la vida de millones de judíos y otra cosa, muy diferente, es tomarle el pelo a una creencia que, por el hecho de ser una fe, es absolutamente discutible.
Pero muchos musulmanes exigen respeto al Profeta Muhammad al tiempo que desprecian las creencias cristianas considerándolas una herejía y por ello, en algunos países islámicos, se condena a muerte a los “infieles” misioneros de esas creencias cristianas.
Entonces, si muchos musulmanes no respetan en sus países la fe de los cristianos y los asesinan, no pueden exigir el respeto al Profeta y la prohibición de mostrar su imagen fuera del mundo musulmán.
Esta imposición de sus creencias religiosas, en los países que los acogieron como inmigrantes, ha llegado al extremo de suspender un matrimonio civil en Francia porque los familiares de la novia se negaron a que ella se sacara el velo que le cubría toda la cara, para ser identificada de acuerdo a la ley civil gala.
Pienso que esta violencia religiosa encubre, en realidad, un antiguo odio enteramente justificado.
Porque los pueblos de Medio Oriente, en su mayoría de religión musulmana, no han sido respetados como naciones libres.
Así, los grandes imperios del siglo pasado y del actual hicieron con esos pueblos lo que se les antojó para apoderarse de sus riquezas, haciendo sufrir lo indecible a sus habitantes, cosa mucho más grave que burlarse de Muhammad con una caricatura.
Pero también es cierto que esta burla actual forma parte de ese desprecio ancestral con que la “Civilización Occidental y Cristiana” ha intentado justificar la apropiación de las riquezas de América, de África y del Oriente cercano y lejano, para enriquecer primero a Europa y, ahora, a Europa y a Estados Unidos.
Y, hoy, ese odio justificado por un expolio continuado se ha acrecentado con la ocupación israelí de Palestina y con los ataques a Afganistán y a Irak y las amenazas a Siria e Irán.
Allí tenemos la raíz de esta violencia, despertada por unas simples caricaturas, pero que está motorizada por la actitud imperialista de la raza blanca.
Pienso que los musulmanes tienen derecho a exigir que los judíos europeos instalen su Estado de Israel fuera de Medio Oriente, preferentemente en aquella Europa Central a donde pertenecen y donde los asesinaron por millones.
También tienen derecho a exigir que sus riquezas en hidrocarburos no sean saqueadas en beneficio de Estados Unidos y Europa.
Y, por último, tienen derecho a elegir el modo de vida que llevarán dentro de sus fronteras, aunque algunas costumbres, en especial el trato a sus mujeres, nos parezcan horrorosas.
Porque eso, la diferencia de costumbres, habilitó a las potencias europeas a masacrar a las razas nativas de América sosteniendo que las costumbres de los indígenas eran horrorosas.
Pero, para reclamar esos derechos, deben ser coherentes y respetar la normativa y las costumbres de cada pueblo en aquellos países no musulmanes donde son acogidos como inmigrantes.