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miércoles, marzo 29, 2006

Las Fuerzas Armadas Argentinas y “el beneficio de inventario”

A 30 años del golpe militar que dio comienzo a la dictadura militar más sangrienta de la Argentina, el Gobierno Nacional restituyó su grado al ex coronel Juan Jaime Cesio, dado de baja por el Ejército Argentino por enfrentar esa canallada.
En el acto de restitución de grado, el citado coronel, preguntado por el periodismo, aceptó que no había que confundir al Ejército Argentino con los militares que deshonraron su uniforme y se alzaron en armas contra un gobierno constitucional para, después, usar esas armas secuestrando, torturando y asesinando, apropiándose de bebés y robándose los bienes de los secuestrados.
Pienso que el coronel Juan Jaime Cesio está equivocado.
Es cierto que los militares jóvenes, aquellos que ingresaron a las Fuerzas Armadas después de 1983, no están obligados a asumir responsabilidades por los crímenes de sus fuerzas, cometidos con anterioridad a su ingreso a las respectivas armas.
Pero, en ese caso, tampoco tienen derecho a enorgullecerse por las gestas heroicas del pasado de esas mismas fuerzas armadas.
Porque las herencias, bajo el “beneficio de inventario”, se aceptan o se repudian en bloque.
Nuestro Código Civil es muy claro en su Art. 3317. - LA ACEPTACIÓN O LA RENUNCIA... NO PUEDE HACERSE A TÉRMINO, NI BAJO CONDICIÓN, NI SÓLO POR UNA PARTE DE LA HERENCIA. LA ACEPTACIÓN POR UNA PARTE DE LA HERENCIA EQUIVALE A UNA ACEPTACIÓN ÍNTEGRA.
Por ello son cobardes u oportunistas aquellos militares que se glorían por los héroes de las Guerras de la Independencia o de la Batalla de las Malvinas y “se hacen los distraídos” con los militares que asolaron el país en el último medio siglo.
Debe señalarse, además, que durante todas las dictaduras militares que sufrió el país no hubo, en nuestras fuerzas armadas, una amplia mayoría de oficiales y suboficiales que negaran apoyo a sus jefes sediciosos,
Ni, tampoco, hubo muchos oficiales y suboficiales que exigieran la restitución del grado y de los honores a aquellos pocos camaradas que los perdieron por haber respetado su juramento de defender la Constitución.
Entonces, no hay confusión alguna si se sostiene que las Fuerzas Armadas y las dictaduras militares tienen una intimidad repugnante.
Por tal motivo, los militares jóvenes deberán decidir si olvidan a San Martín, a Brown y a Newbery y, con ello, pueden renegar también de Videla, Massera y Agosti o, si reivindican a los padres de nuestras fuerzas armadas y aceptan, también, la pesada herencia de los asesinos de uniforme que enlutaron el país.