El mundo esta loco loco loco

jueves, junio 15, 2006

666 ¿El signo de Satanás o el signo de un inimputable?

Algunas almas buenas pero temerosas estaban preocupadas por esta fecha, el 6 del mes 6 (junio) del 2006, temiendo que Satanás, identificado con el número 666, se adueñara de este mundo.
Porque los cristianos creen en la existencia de Satanás, del Diablo, de Lucifer, del Maligno o como se lo quiera llamar, y justifican la presencia del mal en la Tierra como causada por aquel que habría dicho : “...Al cielo voy a subir, por encima de las estrellas de Dios alzaré mi trono, y me sentaré en el Monte de la Reunión, en el extremo norte.... Subiré a las alturas del nublado, me asemejaré al Altísimo...” (Isaias: 14) .

Ahora bien... me gustaría llamar la atención sobre una aparente contradicción en estos textos de la Biblia.

Porque dijo el profeta Ezequiel, hablando de Satanás: “...Tú eras el dechado de la perfección, lleno de sabiduría y de espléndida belleza...... Como un querubín protector yo te había puesto en el monte santo de Dios. Eras perfecto en tus caminos desde el día en que fuiste creado, hasta que apareció en ti la iniquidad. Con el progreso de tu tráfico te llenaste de violencia y pecados; y yo te he arrojado del monte de Dios y te he exterminado, oh querubín protector, de entre las brasas ardientes. Tu corazón se había engreído por tu belleza. Tu sabiduría estaba corrompida por tu esplendor. Y Yo te he derribado en tierra y te he presentado como espectáculo a los reyes..." (Ezequiel. 28)
También, en la Biblia, dijo Isaías “...Ha sido precipitada al seol (el infierno) tu arrogancia al son de tus cítaras. Tienes bajo ti una cama de gusanos, tus mantas son gusanera.... ¡Cómo has caído de los cielos, Lucero, hijo de la Aurora! ¡Has sido abatido a tierra, dominador de naciones!..." (Isaías: 14).

Pero... si es cierto que Lucifer, creado como Ángel de Luz y Belleza, era “el dechado de perfección”... ¿cómo fue tan poco perfecto para cometer la estupidez que relata el profeta Ezequiel cuando dice la frase citada más arriba “... Tu corazón se había engreído por tu belleza. Tu sabiduría estaba corrompida por tu esplendor...”.

Porque el Nuevo Catecismo de la Iglesia Católica dice que para pecar y sobre todo, para pecar gravemente -como se supone que pecó Satanás- se deben cumplir tres condiciones:

La primera es que la trasgresión sea sobre materia grave, es decir, sobre lo preceptuado en los mandamientos de Yaveh, entregados a Moisés, encontrándose en el libro del Éxodo (20: 1 a 17) y en el Deuteronomio (5:6-21) la frase: “...No tendrás otros dioses delante de mí...”.
Y es evidente que el Demonio pretendía asemejarse al Altísimo, es decir, ser igual a Dios, por lo que el pecado de Lucifer es “objeto de materia grave”.

Pero, también, el Nuevo Catecismo, en el párrafo 1859, aclara que “el pecado mortal requiere plena conciencia y entero consentimiento”. Añade también que presupone el conocimiento del carácter pecaminoso del acto, de su oposición a la Ley de Dios y que implica también un consentimiento suficientemente deliberado para ser una elección personal.

Y aquí es donde se advierte una aparente contradicción entre lo que dijeron los profetas acerca de la sabiduría de Satanás y la condición exigida de “plena conciencia”, para que ese alzamiento contra Yaveh fuera un pecado grave.

Porque si el Maligno hubiera sido tan inteligente como lo afirma la Biblia, es decir, si hubiera tenido plena conciencia de quién era Dios, su Creador, jamás se hubiera atrevido a enfrentarse a Aquel que lo había creado, si hubiera sabido -a plena conciencia por su presunta inteligencia y perfección- que Quien lo había creado, lo amaba con un amor infinito.
Y, tampoco, se hubiera enfrentado a Dios si hubiera tenido esa inteligencia suprema porque habría advertido que, en la lucha contra su Creador, llevaba todas las de perder.
Satanás, si hubiera sido verdaderamente un dechado de perfección, se hubiera mantenido, como muchos otros ángeles -los verdaderamente inteligentes-, fiel a Yaveh.

Digámoslo con un ejemplo sencillo:
Amigo que me lee... suponga usted que quienes lo conocen lo consideran una persona sumamente inteligente.
Suponga también que, un buen día, se para en la mitad de la calle frente a un camión y pretende detenerlo con su cuerpo, logrando sólo ser arrollado y muerto en ese absurdo enfrentamiento.
¿Qué podrán pensar sus amigos de ese hipotético hecho lamentable?
Pienso que, de ese “accidente”, ellos podrán deducir dos hipótesis.
La primera es que, por ignorancia, usted no supiera lo que significaba un camión y pensara que la masa de su cuerpo sería suficiente para detenerlo. En ese caso, su hipotética muerte se hubiera debido, no a un suicidio consciente y deliberado, sino a una ignorancia absoluta.
La segunda, y la más probable, para decirlo en palabras vulgares, es que “se le hubiera chiflado el moño”, vamos... que se hubiera vuelto “loco como una cabra”.

Esto es, me parece, lo que le sucedió a Satanás, el llamado “...dechado de perfección, lleno de sabiduría y de espléndida belleza...”.
Porque ya es dudoso que Lucifer fuera plenamente consciente del amor infinito de Dios por todas sus creaturas y, en especial, por él mismo, ya que sólo un “ignorante de tomo y lomo” podía cometer la estupidez de despreciar ese amor divino.
Y porque sólo un tipo “loco como una cabra”, es decir un espíritu imperfecto, podía pararse frente a ese “camión” que era Dios y pretender ser igual a Él.

Por ello creo que el 666 es, en realidad, el número del inimputable más grande que se ha visto en toda la Biblia y sigo encontrando inexplicable, a la luz de la Biblia, la presencia del mal en la Tierra.