El mundo esta loco loco loco

jueves, junio 29, 2006

¿“La marcha de los pingüinos o “los gritos del tero?

Me parece muy bien que nuestro Presidente se preocupe por los derechos humanos violados, durante los "años de plomo", por las dictaduras militares.

Y me parece bien que haya hecho descolgar el cuadro de un delincuente que se encontraba, en lugar de honor, en el Colegio Militar de la Nación.

Pero me preocupa que, en lo económico, no haya ningún cambio notable en relación a las destructivas políticas desarrolladas por las Fuerzas Armadas cuando fueron gobierno y que, luego, fueron profundizadas por el Menemismo y el Radicalismo de La Alianza.

Porque es cierto que, cuando Kirchner asumió el gobierno, nadie “daba un mango” por nuestro país.

Y, asimismo, es cierto que, durante su gestión, ha habido una notable recuperación económica.

Aunque, también, es cierto que su éxito lo debe, en buena medida, a quien fuera su ministro de Economía, Roberto Lavagna. Éste fue designado, antes, en el cargo por el Presidente Duhalde, para corregir los garrafales errores de su predecesor en el Ministerio de Economía de la Nación, Remes Lenikov, cuyo mejor antecedente había sido fundir al otrora poderoso Banco de la Provincia de Buenos Aires y endeudar a la provincia bonaerense de manera más que sospechosa.

Pero, también, es cierto que esos impresionantes índices de crecimiento a los que Kirchner, considera “chinos”, son, en verdad, casi chinos.

Porque este crecimiento, aparentemente milagroso, no es tal.

Por un lado, las cifras de crecimiento publicadas ocultan que, en realidad, es una recuperación del país a valores que, recién ahora, se estarían aproximando a los que hubiéramos tenido si las Dictaduras Militares, el Menemismo y la Alianza, no se hubieran encargado de destruir la economía Argentina.

Esto es lo que ocurre en China. Los chinos, con su peculiar mezcla de comunismo y capitalismo, recién ahora están incorporando al consumo a millones de chinos, anteriormente marginados por siglos de imperios y por muchas décadas de la trágica “revolución cultural maoísta”, que destruyó la estructura de conocimiento y la estructura productiva de ese país asiático.

Por el otro lado, el crecimiento actual argentino se basa, al mejor estilo chino, en pagarle monedas por su trabajo a millones de empleados y obreros argentinos mientras que los empresarios argentinos se enriquecen de manera insultante.

Esto también ocurre en China, donde hay un porcentaje ínfimo de la población que son verdaderos “súper ricos”, cuyas fortunas, si se hicieran públicas, dejarían a Amalia Lacroze de Fortabat casi como una pordiosera.

Entonces... está bien que se busque justicia para los derechos humanos conculcados en la década del 70... pero también es imperioso que se busque justicia para los derechos humanos vulnerados por una política económica que sigue dejando a una inmensa mayoría de la población en la miseria.

Por ello me subleva que Kirchner se considere “un pingüino”.

Porque los pingüinos, cuya durísima vida ha sido mostrada con mucha sensibilidad por la película del National Geographic titulada “La marcha de los pingüinos”, no son egoístas e insensibles como el actual gobierno.

Por el contrario, el compromiso de cada pareja de pingüinos con la vida y, en especial con la vida de su polluelo, deberían ser un ejemplo para este presidente que sigue subsidiando de manera tan sospechosa como la de Menem a las empresas privatizadas, mientras permite que millones de niños y de ancianos sigan viviendo en una miseria degradante.

Es por eso que me parece que Kirchner, más que un “pingüino” es un “tero”.

Digo esto porque es conocido el refrán que afirma que el tero, esa conocida ave también frecuente en la Patagonia, pone los huevos en un lado mientras que grita en otro lado.

Y Kirchner hace exactamente lo mismo.

Porque, pone a su ministro De Vido a cuidar los huevos de sus negocios con las privatizadas, mientras sobreactúa su defensa de los derechos humanos violados largamente durante la década del ’70.

Si los argentinos seguimos eligiendo presidentes como lo hemos hecho hasta ahora, es muy probable que, dentro de 30 años, otro presidente con tan poca moral como Kirchner, denuncie las violaciones a los derechos humanos de los pobres en estos albores del siglo XXI, mientras se dedica, como nuestro actual “Presidente pingüino-tero” a hacer otros repugnantes negocios a costa del sufrimiento de los argentinos del futuro.