El mundo esta loco loco loco

lunes, junio 09, 2008

No son israelíes… son “eiopíes”.

En estos días, muchísimos hombres y mujeres de buen corazón conmemoran y lamentan la Naqba que aflige a millones de palestinos expulsados de sus tierras y a quienes una legislación discriminatoria les prohíbe el retorno a sus hogares mientras que, por el contrario, esa misma legislación concede la ciudadanía automática a cualquier judío que quiera radicarse en Palestina, aunque sea un converso reciente y nunca haya tenido nada que ver con el judaísmo ni con Palestina.

Por ello me parece importante reflexionar sobre el hecho de que el lenguaje y el uso de determinadas palabras contribuyen, subrepticiamente, a legitimar el poder en determinadas circunstancias, ya que esas palabras, aceptadas de una manera acrítica, generalizan -para los victimarios y para las víctimas- ciertas maneras de pensar cuyo objeto es fabricar un imaginario social que facilite la dominación por medio de una especie de homogenización lingüística.

De tal manera, me parece que debería analizarse la conveniencia de que aquellos que defendemos -como podemos y desde donde podemos- los derechos de los palestinos a su tierra, dejemos de usar la palabra Israel y usemos una palabra más adecuada para referirnos a quienes invadieron y ocupan Palestina.

Y, para ello, tomaré el ejemplo de mi país, la Argentina, que nunca ha aceptado que a las Islas Malvinas se las llame Falklands -de acuerdo a la terminología usada por el invasor y ocupante británico- y exige siempre que en la Argentina -y en los pueblos del mundo amigos de la Argentina- se llame a esas tierras Islas Malvinas o que, por lo menos, se las denomine con el doble nombre de Malvinas y Falkland.

En mi opinión, Israel no existe y sólo es un invento de una ideología, la sionista, que tomó lo peor del judaísmo de hace miles de años para perpetuarlo, ahora, a costa de los pacíficos habitantes de Palestina.

Según narra la Biblia -en el Segundo Libro de Samuel- el rey hebreo David robó la fortaleza de Sión a los Jebuseos, la rebautizó Ciudad de David y hoy es conocida como Jerusalén.
Y, hoy, los invasores y ocupantes de Palestina han vuelto a robar la Ciudad Santa a sus pacíficos habitantes en la que vivieron por siglos -en sus respectivos barrios y en paz, musulmanes, cristianos, armenios y judíos, todos ellos al lado de la Colina de Moria, en la ciudad vieja de Jerusalén.

También en la Biblia -Libro del Éxodo- se cuenta que Moisés logró la libertad del pueblo hebreo por medio de una serie de actos de actos de terrorismo que culminaron en la matanza selectiva de los primogénitos de los habitantes de Egipto sin respetar, ni siquiera, a los primogénitos del ganado.
Y, hoy, esos invasores y ocupantes de Palestina reiteran esos repugnantes actos de terrorismo sin que se salven, ya no los seres humanos o el ganado, sino hasta los ancestrales olivares de las tierras de Canaán que son metódicamente destruidos por los invasores.

Es falso, de toda falsedad, que el pueblo judío hubiera sido obligado a vivir en la Diaspora durante casi 20 siglos.

Ya que, desde el siglo V -cuando los musulmanes expulsaron de Palestina al Imperio Bizantino- los judíos tuvieron las puertas de la Ciudad Santa abiertas para ellos porque, según las instrucciones del Profeta Muhammad, eran “gente del Libro” y debían ser respetados.

Sin embargo, en los 15 siglos de esa “supuesta obligada Diáspora” y pese a que eran perseguidos en toda Europa, una inmensa mayoría de judíos jamás quiso migrar a la que hoy llaman “La Tierra Prometida”.
Y, como la violencia antijudía de la Europa Central se volvía frecuentemente insoportable en esos 15 siglos, aquellos judíos europeos preferían migrar a Turquía o a los Balcanes. Pero muy pocos de ellos lo hicieron hacia Palestina, pese a que el judaísmo sabía perfectamente que las oleadas de judíos que habían ido migrando hacia Palestina -desde la Edad Media y durante siglos- no habían tenido ningún obstáculo institucional por parte de los musulmanes para hacerlo.

Por todo ello pienso que aquellos que apoyamos la lucha del pueblo palestino por su tierra y por sus derechos no debemos aceptar que se use el bíblico y respetable nombre de Israel (que significa “el que lucha con Dios”- Génesis 32:28-30), para denominar a ese “Engendro de los Sionistas” y, en cambio, sugiero llamarlo por algún nombre que mejor defina las conductas de quienes han creado ese “monstruo”.

Es decir, propongo que a la Palestina Invadida y Ocupada le demos el nombre de E.I.O.P., es decir ESTADO INVASOR Y OCUPANTE DE PALESTINA y que a sus habitantes los llamemos Eiopíes, hasta que alguna persona más creativa encuentre un mejor nombre para describir a estos “nazis judíos”, como los llamaba el autor religioso judío Moshe Menuhim quien escribió: “…mi religión es el judaísmo profético y no el judaísmo-napalm. Los nacionalistas ‘judíos’, el nuevo tipo de guerreros ‘judíos’ no son judíos, sino nazis ‘judíos’ que han perdido todo el sentido de la moralidad y la humanidad judías (…) Los nacionalistas ‘judíos’ son nazis ‘judíos’ y yo siento vergüenza de que me identifiquen con ellos y con sus causas herejes”.

viernes, mayo 30, 2008

La herencia del Gral. San Martín, del Almirante Brown y de Jorge Newbery

Un joven militar argentino, molesto por mis apreciaciones sobre las Dictaduras Militares y sobre las Fuerzas Armadas de mi país, me señaló que él y sus camaradas no son responsables por los crímenes de quienes, a fuerza de golpes militares, destruyeron la Argentina en el pasado reciente.
Tiene razón.
Este militar se incorporó a su fuerza después de 1983 y, desde entonces, las Fuerzas Armadas respetan la Constitución.
Entonces, él no merece ser deshonrado por los delitos cometidos por aquellos que formaban parte de las Fuerzas Armadas durante las dictaduras y que no se opusieron a esas conductas criminales.
Este militar tampoco es responsable por la extrema pobreza de muchos argentinos, causada entre otros motivos por el incremento de un 350% de la deuda pública, comprometido por las Fuerzas Armadas desde el gobierno de Onganía hasta el del general Bignone; Este endeudamiento es salvaje si se compara con el 60% de la deuda de los gobiernos del radicalismo y el 180% en que nos endeudaron los peronistas.
En síntesis, los militares jóvenes de la Argentina no están obligados a aceptar la deshonra por los secuestrados, torturados, asesinados y desaparecidos durante “los años de plomo” ni por los niños que hoy mueren de hambre en este país como herencia de las políticas de las Fuerzas Armadas.
Pero, en ese caso, esos militares jóvenes tampoco tienen derecho a sentirse parte del Ejército de José de San Martín, de la Marina del Almirante Guillermo Brown o de la Fuerza Aérea que reconoce su origen en Jorge Newbery.
Porque, en la mayoría de las legislaciones, las herencias se aceptan o repudian en bloque.
Y el Código Civil Argentino es muy claro en su Art. 3317. - LA ACEPTACIÓN O LA RENUNCIA (de una herencia)... NO PUEDE HACERSE A TÉRMINO, NI BAJO CONDICIÓN, NI SÓLO POR UNA PARTE DE LA HERENCIA. LA ACEPTACIÓN POR UNA PARTE DE LA HERENCIA EQUIVALE A UNA ACEPTACIÓN ÍNTEGRA.
Por ello son cobardes u oportunistas quienes se glorían por los héroes de las Guerras de la Independencia o de la Batalla de las Malvinas y “se hacen los distraídos” con los militares que asolaron la Argentina al servicio del Imperialismo Yanqui en el último medio siglo.

viernes, febrero 01, 2008

El primer acto de terrorismo claramente documentado en la historia de la humanidad

Los “Sionistas Invasores y Ocupantes de Palestina” acusan como terroristas a los palestinos que buscan la liberación de su pueblo por medio de la violencia.

Y, con esta acusación, este pueblo invasor cree justificar el asesinato de los pobladores nativos de esa tierra -niños, mujeres y ancianos- todos civiles inocentes y víctimas de esa invasión.

Estos sionistas -y muchos en todo el mundo que los apoyan de buena fe, intoxicados por la propaganda sionista- sostienen que terrorismo es una sucesión de actos de violencia que se caracteriza por inducir terror en la población civil de forma premeditada.

Esta idea es recogida por una propuesta de las Naciones Unidas que define al terrorismo como: “…Cualquier acto, además de los ya especificados en los convenios y convenciones vigentes sobre determinados aspectos del terrorismo, los Convenios de Ginebra y la Resolución 1566 del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (2004,) destinado a causar la muerte o lesiones corporales graves a un civil o a un no combatiente, cuando el propósito de dicho acto, por su naturaleza o contexto, sea intimidar a una población u obligar a un gobierno o a una organización internacional a realizar una acción o abstenerse de hacerla…”

Sin embargo, los invasores de Palestina olvidan convenientemente que el primer acto de terrorismo claramente documentado en la historia cultural de la humanidad fue ejecutado por el pueblo judío, para lograr que el Faraón de Egipto les concediera la libertad.

Con esta introducción me refiero a que en la Biblia, en el libro del Éxodo, se narra meticulosamente cómo el pueblo hebreo fue rescatado de su cautiverio por medio de un largo proceso que comenzó con las conocidas “Nueve plagas de Egipto” y culminó en la “Matanza de los primogénitos”.

En el Libro Sagrado leemos este párrafo: "…Este es el sacrificio de la Pascua de Yahveh, que pasó de largo por las casas de los israelitas en Egipto cuando hirió a los egipcios y salvó nuestras casas...” (Ex 12.27)

Pero muchos no saben que cuando los judíos festejan la Pascua Judía – “Pesaj” en la lengua hebrea- están recordando -y reverenciando- ese “pasar de largo” ya que “Pesaj” significa precisamente “saltear” o “pasar por alto”.

Es decir que, desde hace milenios, el judaísmo celebra jubilosamente que Yahvé, su Dios, haya asesinado deliberadamente a todos los primogénitos de Egipto –todos ellos civiles inocentes- incluyendo en esa minuciosa matanza al hijo del Faraón, a los hijos de los esclavos y hasta a los primeros nacidos del ganado.

Esto lo narra la Biblia diciendo: “… Moisés dijo: “Así dice Yahvé: hacia media noche pasaré yo a través de Egipto; y morirá en el país de Egipto todo primogénito, desde el primogénito de Faraón que se sienta en su trono hasta el primogénito de la esclava encargada de moler, así como todo primer nacido del ganado. Y se elevará en todo el país de Egipto un alarido tan grande como nunca lo hubo, ni lo habrá. Pero entre los israelitas ni siquiera un perro ladrará ni contra hombre ni contra bestia para que sepáis cómo Yahvé hace distinción entre Egipto e Israel…”

Este infanticidio masivo de los primogénitos de Egipto fue precedido por las Nueve Plagas enviadas por el Dios de los hebreos a los dominios del Faraón, para convencerlo de que le convenía liberar al pueblo judío de su cautiverio en las tierras del Nilo.

El libro del Éxodo describe detalladamente que esas nueve plagas fueron:
1.- Las aguas se convirtieron en sangre.(Ex. 7:19,20)
2.- Las ranas cubrieron la tierra de Egipto. (Ex. 8:6)
3.- En todo el país, el polvo se convirtió en piojos. (Ex. 8:16,17)
4.- Egipto se cubrió de toda clase de moscas muy molestas. (Ex. 8:24, 29)
5.- Una peste mató a todos los caballos, asnos, camellos, vacas y ovejas. (Ex. 9:3)
6.- Moisés esparció en el cielo de Egipto las cenizas de un horno que se transformaron en una enfermedad y provocaron en todos los egipcios, incluido su ganado, unas pústulas ulcerosas (Ex. 9:8-10)
7.- Una tormenta de rayos y granizo machacó también toda la hierba del campo, y quebró todos los árboles del campo. (Ex. 9:24)
8.- Una plaga de langostas cubrió toda la superficie del país hasta oscurecer la tierra y devoraron toda la hierba del país y todos los frutos de los árboles que el granizo había dejado; no quedó nada verde ni en los árboles ni en las hierbas del campo en toda la tierra de Egipto.(Ex. 10:12)
9.- Sobrevinieron tinieblas por tres días tan densas que podían palparse (Ex. 10:21)

Conviene aclarar que estas nueve plagas hicieron sufrir extraordinariamente a todo el pueblo egipcio pero no a los hebreos, ya que Moisés y los suyos quedaron cuidadosamente a salvo de todas esas calamidades enviados por Yahvé para torcer la voluntad del Soberano de Egipto.

De esta manera, siguiendo cuidadosamente las instrucciones de su Dios, obtuvo Moisés la liberación de los judíos de su cautiverio y comenzó el Éxodo del pueblo de Yahvé a las tierras de Canaán.
Y todos estos acontecimientos son considerados generalmente como aquellos que marcan el nacimiento del pueblo judío como tal.

Por otra parte, fue el propio Yaveh quien ordenó a Moisés celebrar todos los años ese acto de terrorismo cuando en la Biblia se lee:

“…Yo pasaré esta noche por la tierra de Egipto y heriré a todos los primogénitos del país de Egipto, desde los hombres hasta los ganados, y me tomaré justicia de todos los dioses de Egipto. Yo, Yahveh. La sangre será vuestra señal en las casas donde moráis. Cuando yo vea la sangre (la Biblia se refiere a la sangre del cordero pascual con la que los judíos cautivos debían pintar las jambas y los dinteles de sus moradas) pasaré de largo ante vosotros, y no habrá entre vosotros plaga exterminadora cuando yo hiera el país de Egipto. Este será un día memorable para vosotros, y lo celebraréis como fiesta en honor de Yahveh de generación en generación. Decretaréis que sea fiesta para siempre" (Ex. 12:12 a14).

En este largo relato de la Biblia se detallan todos los actos criminales del Dios de los hebreos, ejecutados contra una mayoría absoluta de egipcios inocentes. Y se señala que Yahvé ordenó celebrar ese inmundo infanticidio como “fiesta para siempre”.

¿Debemos sorprendernos, entonces, de que el Sionismo haya cometido -y siga cometiendo- desde su ocupación de Palestina continuados actos de terrorismo contra los pacíficos habitantes de esa tierra?

Porque el Judaísmo jamás condenó las calamidades ordenadas por su Dios y ejecutadas por Moisés y su hermano Aarón contra los egipcios.
Por el contrario, el Judaísmo en todo el mundo celebra cada año y desde hace milenios este primer acto de terrorismo claramente documentado en la historia humana, festejándolo “de generación en generación”.

En estas condiciones… los sionistas -orgullosos herederos de ese Judaísmo nacido de una larga serie de actos terroristas- ¿tienen autoridad moral para condenar el terrorismo de los palestinos quienes, como los antiguos hebreos, buscan liberarse de su cautiverio?


Para terminar, es cierto que, aunque minoritarios, hay muchos judíos en todo el mundo quienes con su conducta hacen suyas las palabras del escritor judío Moshe Menuhim.

Moshe Menuhim, respecto de la tragedia de los palestinos, escribió:

“En lo que a mi concierne” ha dicho Moshe Menuhin “mi religión es el judaísmo profético y no el judaísmo-napalm. Los nacionalistas ‘judíos’, el nuevo tipo de guerreros ‘judíos’ no son judíos, sino nazis ‘judíos’ que han perdido todo el sentido de la moralidad y la humanidad judías... A pesar de todos los artificios de encubrimiento y la construcción de imágenes ficticias; a pesar de los torrentes de trucos sofisticados, publicidad astuta, retórica polémica, ocultamiento de los hechos, redacción tendenciosa de la historia, el hecho trágico es que los nacionalistas ‘judíos’ se apoderaron por la fuerza de las armas, del terror y de las atrocidades, de los hogares, la tierra y la patria de los campesinos, trabajadores y comerciantes árabes, en la vieja Palestina; construyeron una ‘Patria Judía’ y la expandieron durante los meses anteriores al 14 de mayo de 1948 por medio de masacres, despojos, terrorismo, entre el 10 de abril y el 14 de mayo, expulsando a los árabes de ciudades tan típicamente árabes como Deir Yassin, Jaffa, Acre, Ramleh, Lydda, etc.. Los nacionalistas ‘judíos’ son nazis ‘judíos’ y yo siento vergüenza que me identifiquen con ellos y con sus causas herejes”.

lunes, septiembre 18, 2006

"...¿cui prodest?..."

En la feroz pero sutil estructura jerárquica de la Iglesia Católica, no se "llega a Papa" si no se tiene un agudo sentido de la política y una finísima capacidad para evaluar las consecuencias de cada acto.

Por ello, no debemos caer en la ingenuidad de pensar que las palabras del Papa Benedicto XVI, ofendiendo a los creyentes musulmanes, han sido una imprudencia o un error de cálculo.

Y, menos, después del reciente escándalo a causa de unas caricaturas del Profeta de los musulmanes, publicadas en un ignoto diario de Dinamarca.

"...Cui prodest scelus, is fecit..." dijo el filósofo hispanorromano Lucio Anneo Séneca, lo que, traducido al español, significa: "... A quien beneficia este crímen... ése lo cometió..."

Y deberíamos hacernos la misma pregunta ante las desgraciadas palabras papales, atacando la figura del Profeta Muhammad, las que, posiblemente, se traducirán en la violencia de algunos exaltados fanáticos musulmanes contra los cristianos que viven en aquellos países donde el Islam es mayoría. Esta violencia parece haber comenzado ya, con el asesinato de una anciana religiosa católica en Somalía.

Y la respuesta indudable es que los beneficiados por estas palabras, cuasi criminales, son los miembros del Complejo Industrial Militar de Estados Unidos y sus homólogos de Israel.

Cierto es que desde el 9/11, ya no deben soprendernos las conductas de los líderes de Occidente.

Porque cada vez es más claro que la caída de las Torres Gemelas no se debió al ataque de los aviones pilotados por terroristas sauditas, sino a la sincronizada acción de poderosos explosivos en la estructura central de dichas torres, cuyas explosiones pasaron desapercibidas ante el espectáculo dantesco de los incendios en los pisos superiores de las mismas.

Pero, ante este horrendo atentado, los habitantes de USA no se preguntaron "...¿cui prodest?..." y aceptaron mansamente la "historia oficial".

Porque, si se hubieran hecho esa pregunta, hubieran llegado a la conclusión de que, con el 9/11 y con la muy oportuna aparición de Osama Bin Laden -a quien sospechosamente nadie puede encontrar-, se fabricó la perfecta excusa para legitimar la agresión de Occidente contra los pueblos de Medio Oriente y contra la fe de los musulmanes, a quienes ahora se sataniza, para que USA y Europa puedan continuar apropiandose de los recursos energéticos de esos pueblos.

Y, posteriormente, una importante cantidad de evangelistas estadounidenses se ha pronunciado a favor de las políticas guerreras de Georges W. Bush contra el Islam, apoyando lo que sería una reedición actualizada de las luchas medioevales de "La Cruz de Cristo" contra "La Media Luna del Islam".

Ahora bien, en este "espiritual" juego político, los estrategas del Pentágono tienen muy presente que América Latina es el continente con mayor cantidad de católicos y, al mismo tiempo, el continente que más sufrió, en el último medio siglo, los oscuros negocios de Estados Unidos con las Dictaduras Militares que ensangrentaron la región, por lo que no será sencillo lograr la adhesión de los latinoamericanos a los proyectos imperialistas de Bush y compañía.

Sin embargo, si "se logra" que algunos fundamentalistas islámicos asesinen algunas monjas o sacerdotes en los países musulmanes, será muy fácil movilizar las emociones de los latinoamericanos y, ante ello, las jerarquías episcopales de nuestros países podrán apoyar sin inconvenientes los crímenes que se han hecho y se seguirán cometiendo contra los pueblos de Afganistán, Irak, el Líbano, Palestina y los que seguirán después.

A Benedicto XVI le debe preocupar muy poco el sufrimiento previsible de los cristianos en los países musulmanes, si ello sirve a su proyecto de expandir la fe católica por el mundo.

De la misma manera, el sufrimiento de las víctimas de las Torres Gemelas debe haber preocupado muy poco a quienes diseñaron su destrucción y "se hicieron los ciegos, sordos y mudos" ante el largo y complejo operativo montado por los terroristas, en Estados Unidos, para secuestrar aviones y lanzarlos contra dichas torres, si servía a su proyecto estratégico en Medio Oriente.

Y aquí vemos la "belleza en el diseño" de este sutil, complejo y perverso plan maquiavélico del Sumo Pontífice, quien ha "aparentado torpeza", ofendiendo a la Fe Islámica.

Porque, de esta manera y si se concretan más actos de violencia contra católicos en el mundo musulmán, los gobernantes de América Latina que se oponen a los planes imperialistas de Bush, se verán presionados por sus pobladores de esa fe para que apoyen una "nueva Cruzada" contra el Islam.

Pero, además, quien ayudará a Bush a seguir desenvainando la espada cristiana contra los musulmanes será el papa que ha criticado la Yihad Islámica afirmando que "...La violencia está en contraste con la naturaleza de Dios y la naturaleza del alma..."

Dejando de lado la moralidad o amoralidad personal de Benedicto XVI, no cabe duda de su gran habilidad para "tirar la piedra" contra el Islam y "esconder la mano", de manera tal que no parezca que son los cristianos quienes inician esta nueva Cruzada.

martes, agosto 08, 2006

El Sionismo en Palestina

Para aquellos interesados en comprender mejor las razones del odio de los palestinos por las Naciones Unidas y por Israel, les propongo ver estos cuatro mapas:

1ro.- Colonias judías en Palestina hasta 1947


En este primer mapa, se ven las Colonias Judías (color verde) en las tierras de Palestina (color amarillo oscuro) hacia 1947.

Allí se nota que la presencia judía en la región era pequeña, pese a la intensa campaña de más de medio siglo de inmigración organizada por el Organización Sionista Internacional, desde 1881, en la que los judíos, por medio de diversas Aliya -oleadas de inmigración-, comenzaron a llegar a Palestina, ocupando tierras que, inicialmente, les habían sido vendidas por sus propietarios árabes o por las autoridades de Califato Otomano.

Luego, más de estas tierras de los palestinos fueron expropiadas por el Mandato Británico y se vendieron a los inmigrantes judíos de las posteriores Aliya.

Y, en esas expropiaciones, comenzaron los problemas entre los palestinos (legítimos poseedores de esas tierras), los británicos que se las robaban (ellos lo llamaban expropiación) y los judíos que se beneficiaban de ese expolio.


2do.- El Estado de Israel según lo acordado por la ONU


En este mapa se ve el Plan de la ONU para el Estado Judío de 1947.

Allí se ve como la ONU se apropió de más tierras palestinas y las regaló a Israel de una manera desproprocionada (en color verde oscuro), en relación a la cantidad de judíos y palestinos que vivían allí (en color amarillo, lo que le dejaron a los palestinos).

Pero lo destacable (y detestable) es que el plan de la ONU, diseñado a medida del SIONISMO, dividía a Palestina en tres areas geográficas, separadas por territorio israelí.

Esto es un abuso incalificable y una demostración del desprecio de la ONU por el pueblo palestino, condenado a vivir separados unos de otros por este perverso diseño.

Y, también, es destacable que el plan de la ONU de 1947, dejaba a los palestinos practicamente sin costas, encerrados entre el Estado de Israel y Jordania (que los detestaba) permitiéndoles -algo de vergüenza le quedaba a la ONU- retener una ínfima porción de costa, a orillas del Mediterráneo.

Lo notable es que esta particular disposición del Estado de Israel le concedió a los israelíes una salida al Oceáno Indico por el Golfo de Aqaba y el Mar Rojo, en lo que hoy es el puerto israelí de Eilat, pero que una similar salida a dicho Oceáno Índico le fue vedada al Pueblo Palestino.


3ro.- Expansión de Israel a 2 años de su creación


En el tercer mapa se observa la apropiación, por parte del Estado de Israel -en 1949- de tierras que, de acuerdo al plan de la ONU, eran de los palestinos.

De tal manera, los israelíes se apropiaron de tierras en la Cisjordania, de tierras lindantes con el Sinaí Egipcio, dejando solo la Franja de Gaza pero achicada y de tierras fronterizas del Líbano (todas ellas en verde oscuro).


4to.- Israel después de la Guerra de los 6 días


En el último mapa, se advierte la tierra arrebatada por Israel (en verde claro) durante la Guerra de los 6 días.

En esa guerra, Israel se apropió de los Altos del Golán (que pertenecen a Siria y que Israel se niega a devolverlos a dicho país), del Sinaí (que posteriormente devolvió a Egipto) y de toda la Cisjordania, convirtiéndola -hasta ahora- en un territorio ocupado militarmente, tal como los nazis ocuparon buena parte de Francia durante la Segunda Guerra Mundial.

Mientras tanto, la ONU (el "condón" de Estados Unidos y de Israel, si se me permite la grosería) sigue exigiendo que los palestinos y los libaneses cumplan sus resoluciones, mientras permite -con el visto bueno de Estados Unidos- que Israel incumpla todas aquellas resoluciones que devolverían a los palestinos los territorios ocupados.

Hoy, Palestina es un inmenso campo de concentración controlado por Israel, que aprendió de los "Kapos" (judíos que, maltratando a sus hermanos de raza, querían sobrevivir un poco más en los campos de exterminio nazi) cómo someter implacablemente a otros seres humanos.

Esto es la ONU y el Sionismo: Para los israelíes todo... para los palestinos casi nada y mucho desprecio.

P.S. Agradezco a Gérard Chalian y a Jean Pierre Rageau, estos cuatro mapas de su exelente libro ATLAS ESTRATEGICO Y GEOPOLITICO, editado por Alianza Editorial.

miércoles, julio 19, 2006

La AMIA, Colonia, Hamburgo, Dresden, Hiroshima y Nagasaki

Creo que a nadie le cabe duda de que la mayoría de los habitantes de Colonia, Hamburgo y Dresden, sometidas a terribles bombardeos masivos durante la segunda guerra mundial, no eran criminales de guerra nazis.

Tampoco creo que los miles de civiles japoneses, evaporados en las explosiones atómicas de Hiroshima y Nagasaki, fueran genocidas.

Y, aún, es muy posible que entre esos cientos de miles de muertos hubiera muchos que combatían al nazismo y al expansionismo japonés en el Pacífico.

Pero es evidente que atacar a quienes constituían el apoyo moral de quienes sí eran espantosos genocidas, pareció ser la única manera de detener esa guerra que ambas naciones habían iniciado y de la que sus habitantes se hubieran beneficiado extraordinariamente de haber resultado vencedores en ella.

De la misma manera, nadie puede dudar de que las víctimas de la AMIA no eran responsables de los crímenes de guerra ni del genocidio que el Estado de Israel llevaba contra el pueblo palestino y que, ahora, lleva contra el pueblo del Líbano.

Pero la terrible lógica de la guerra dice que en una guerra no hay inocentes.

Y por ello, aun cuando los judíos de la AMIA no hayan deseado el sufrimiento de los palestinos, resultaron cautivos del sionismo que expresa el Estado de Israel y sus gobernantes.

Y, en esa lógica repugnante de la violencia, no fueron considerados inocentes por una de las partes beligerantes y, así, fueron asesinados en la voladura de la AMIA, en la que, además, también murieron otros argentinos no judíos, que fueron víctimas circunstanciales de esa explosión.

Sobre esto deberían meditar los judíos de nuestro país que planean una manifestación apoyando al Estado de Israel y exigiendo al Gobierno Nacional la ruptura de relaciones con Irán, por ser el apoyo más evidente del Hezbollah

Porque, de esta manera, están debilitando a aquellos que consideramos que esa voladura fue una masacre de inocentes y empujándonos a que, no sólo apoyemos al pueblo palestino y al gobierno del Libano, sino a que exijamos que el Gobierno Nacional rompa relaciones con Estados Unidos, por ser el apoyo más evidente del gobierno de Israel.

Así, la escalada bélica se hará más y más inevitable y los judíos argentinos no podrán alegar su inocencia en los crímenes de guerra cometidos por Israel y que fueron indirectamente reconocidos por el mismo Estado Judío, después del 25 de Septiembre de 1982, cuando unos 400.000 judíos se manifestaron en Tel Aviv, protestando por las masacres de Sabra y Chatila, donde Cristianos Falangistas libaneses, con la complicidad de las Fuerzas Armadas de Israel, asesinaron a miles de refugiados palestinos en esos campos de refugiados.

Luego de esa manifestación, convocada por el movimiento pacifista Shalom Ahshav, el gobierno de Menahem Beguin se vio obligado a encomendar al Tribunal Supremo de Israel una investigación exhaustiva que finalizó en 1983, dictaminando que, aunque los autores materiales de los asesinatos eran los Cristianos Falangistas, debía objetarse la indiferencia de los mandos militares israelíes que controlaban la zona, definió como negligencia grave la conducta del jefe del Estado Mayor israelí y aconsejó la dimisión del entonces ministro de Defensa de Israel, Ariel Sharon.

Por tal razón, los argentinos podremos responsabilizar a los judíos que apoyan a Israel por las muertes de aquellos no judíos que ocurrieron durante la voladura de la AMIA y que puedan ocurrir en otros atentados en el futuro.

Porque no es contrario a la repugnante lógica de la guerra que los beligerantes sin armas ni medios para oponerse al Estado de Israel -uno de los estados con fuerzas armadas más poderosas de la tierra- decidan atacar a establecimientos judíos fuera de las fronteras de Israel, como ya lo hicieron con las voladuras de la Embajada y de la AMIA.

Y, dado que muchos judíos argentinos, de buena fe y sin saber que estaban ayudando a la expulsión de los palestinos de su tierra, se han ido a vivir a Israel, no es ilógico que algunos combatientes de Medio Oriente consideren que los judíos argentinos tienen la misma responsabilidad en su sufrimiento actual que la responsabilidad de la población civil de Colonia, Hamburgo, Dresden, Hiroshima y Nagasaki en el sufrimiento de millones de seres humanos víctimas del Nazismo y del Imperio del Sol Naciente.

Esta exigencia de judíos argentinos para que nuestro gobierno apoye al Estado de Israel, además de objetivamente injusta, involucra a nuestro país en una guerra ajena y arriesga la vida de aquellos habitantes de nuestro país que pudieran tener la mala fortuna de quedar en medio de un eventual fuego cruzado entre combatientes musulmanes e israelíes y debe ser rechazada con firmeza por el Presidente Kirchner.

lunes, julio 17, 2006

La AMIA... ¿conoce la palabra compasión?

Muchos argentinos nos habíamos compadecido y nos seguimos compadeciendo con las víctimas de la AMIA -Asociación Mutual Israelita Argentina- y habíamos apoyado y seguimos apoyando todas las justas denuncias de las organizaciones que involucran a los sobrevivientes y familiares de esas víctimas, después del salvaje atentado que dejó 85 muertos y más de 300 heridos, judíos y no judíos.

Ellos reclaman con razón por una justicia que, al retardarse tanto, no es justicia y por las sospechas de la connivencia de los diversos poderes del Estado en ese crimen, que convierten a todo ese proceso en una burla sangrienta.

Pero no veo que los judíos de la AMIA, víctimas inocentes de esa violencia terrorista, soliciten al Estado de Israel que deje de victimizar a los habitantes del Líbano.

Porque el Líbano era, antes de 1970, un estado modelo al que algunos llamaban “La Suiza del Medio Oriente”, por su desarrollo económico y, sobre todo, por un sistema bancario en el que las principales entidades bancarias del mundo atendían desde Beirut a las necesidades comerciales y financieras de los estados árabes en la región.

De esa manera, el sistema bancario de Beirut, junto con el turismo, el comercio y otros servicios, producían el 70% del PBI de dicho país.

Esto era posible porque las diferentes comunidades confesionales del Líbano, compuestas en orden decreciente de importancia por Chiitas, Maronitas, Sunníes, Griegos ortodoxos, Griegos católicos y Drusos, habían forjado un delicado equilibrio basado en una convivencia armónica.

Pero, luego de la expulsión de las organizaciones palestinas de Jordania, en septiembre de 1970, estas organizaciones se trasladaron al Líbano, no por el deseo de los libaneses, sino porque ese país era militarmente débil y no podía evitar esa invasión de refugiados que pronto comenzaron a actuar y que provocaron, rápidamente, la ruptura de ese frágil equilibrio confesional y político.

Esto llevó a que estallara una guerra civil en 1975 y a que Siria interviniera en ella en 1976, reduciendo la soberanía libanesa a la nada y desintegrando al país en diversas zonas ocupadas por Siria, por Palestinos, por Cristianos falangistas y por la ONU.

Posteriormente, en 1982, Israel invadió el Líbano y llegó hasta Beirut, ocupando militarmente casi la mitad de dicho estado, quedando el resto del país dividido en dos grandes zonas ocupadas, respectivamente, por Siria y por Cristianos falangistas.

Así se consumó la tragedia.

La “Suiza de Medio Oriente” se había hecho pedazos y, vuelvo a insistir, no por el deseo de sus habitantes, sino por las consecuencias de la violenta expulsión de los palestinos de Jordania, llevada a cabo por Israel y que produjo una diáspora estimada en 2 millones de palestinos.

Es por ello que me sorprende el silencio de las víctimas de la AMIA, de sus familiares y de las organizaciones que los representan.

Parece que no están interesados en una Justicia con mayúsculas, que defienda a todas las víctimas inocentes en todo el mundo, sino, únicamente, en una venganza contra los criminales responsables de la salvajada de la AMIA.

Parece que, a estas víctimas, a sus familiares y a las organizaciones conexas no les preocupa la injusticia mucho mayor y la muerte de decenas de miles de libaneses – muchos más que los que tuvo el atentado de la AMIA- a consecuencia de las políticas nazis llevadas a cabo por el Estado de Israel en Palestina y, luego, en el propio Líbano.

Parece que, a todos ellos, no les preocupa la injusticia que, en estos momentos, está cometiendo Israel, atacando nuevamente al Líbano y destruyendo la precaria reconstrucción de esa nación, lograda en los últimos años.

Parece que a los judíos de la AMIA no les preocupa que el Líbano, como estado, nunca haya agredido a Israel y que los agresores que partían desde dicho país estaban asentados allí porque habían sido expulsados de su tierra por la violencia israelí.

Gracias a Israel, hoy se usa la frase “libanizar un país” como manera de referirse a la destrucción de ese país por la conducta de potencias extranjeras, tal como, antes, se hablaba de “balcanizar” una región, por las políticas de las potencias imperiales que llevaron a esa zona de Europa la muerte y la destrucción, mientras dirimían sus ambiciones de poder.

Pienso que los judíos de la AMIA, a un día de que se cumplan 12 años de esa masacre, deberían, ya, haber aprendido del pueblo argentino que la compasión es una de las mejores virtudes de la humanidad.

Afortunadamente, hay muchos otros judíos en nuestro país y, aún, en el mismo Israel, que rechazan la violencia del Estado Israelí en Medio Oriente.

Ellos son la prueba de que la compasión es posible, aún después de haber sufrido tanto con el nazismo.